MANUELA ARRIOLA URANGA.
ONDÁRROA
Manuela nació en Ondárroa, 29 de diciembre de 1891, conocido popularmente como Ondarru, es uno de los pueblos con mayor personalidad de la costa bizkaina. Un núcleo urbano, que, protegido por el mar, la montaña y la desembocadura del río Artibai, nos permite disfrutar de espacios y experiencias auténticos. Ejemplo de ello es el casco histórico de Ondarroa, un laberinto de calles amontonadas sobre la ladera, que nos sorprende con su sabor marinero y estilo medieval. Aunque Ondarroa es uno de los pueblos más pequeños de Bizkaia en cuanto a extensión, debemos decir que cuenta con una bonita lista de espacios para visitar. vemos uno.
CASA DE COFRADES.
Casa de cofrades: La antigua cofradía de pescadores de Ondarroa se encuentra junto a Zubi Zaharra (Puente Viejo en euskera). En el centro del pueblo. Debemos indicar que, aunque la casa de cofrades tiene un aspecto medieval, esta edificación fue diseñada en 1920 por el arquitecto Pedro Guimon. Bajo esta casa, en la orilla del rio Artibai, encontramos el mercado, uno de los más espacios auténticos de Ondarroa.
ADORATRICES DE MADRID.
Manuela ingresó en el noviciado de las adoratrices de Madrid en 1916. Se encargó de formación y enseñanza hasta 1929, en que fue designada secretaria general de la Congregación, cargo que ocuparía hasta su muerte. Forma parte del grupo de diecisiete monjas adoratrices, de la comunidad de Alcalá de Henares, Guadalajara y Almería, que, junto a seis “hijas de la Casa” —antiguas alumnas del Instituto, que pertenecían a la Congregación como laicas consagradas, con votos privados, colaborando con las hermanas—, estaban refugiadas en la Costanilla de los Ángeles, 15, de Madrid, y que fueron fusiladas. Era una religiosa de carácter afable y cordial, deseosa siempre de complacer, tenía una gran influencia espiritual, irradiando la paz y la sencillez recibidas en el contacto con Jesús Eucaristía. Durante los tres meses de permanencia en el piso de Costanilla de los Ángeles, la madre Manuela, de cuarenta y cuatro años de edad, animaba a las hermanas, exhortándolas al abandono absoluto a la voluntad de Dios. Les hablaba sobre el valor del martirio y la gracia grande de entregar la vida por Cristo.
CASA GENERALICIA DE LAS ADORATRICES
La superiora general del instituto, madre Diosdada Andía del Corazón de Jesús, confió a la madre Manuela Arriola, secretaria general, el cuidado de una comunidad que no podía domiciliarse en casas particulares por su precaria salud o por carecer de familia. Se instalaron en la calle de la Princesa, 15, de Madrid, en la casa generalicia de su instituto. En el mes de agosto de 1936, viendo que permanecer en dicha casa era un peligro, se trasladaron a cuatro lugares diferentes.
RELIGIOSAS MERCEDARIAS ASESINADAS.
El día 8 de septiembre pudo lograrse en alquiler el piso segundo de la vivienda de la Costanilla de los Ángeles, 15, asegurando la atmósfera de fervor eucarístico propio de su instituto, ya que consiguieron conservar la sagrada Eucaristía. En la tarde del 9 de noviembre entraron los milicianos con el pretexto de que había aparecido muerto en la calle un miliciano, acusando a alguna de las monjas. Fueron detenidas todas las madres y hermanas, incluso la madre Lucila, enferma e imposibilitada, a la que bajaron en una silla, y las condujeron a la checa de Fomento. En la madrugada del día 10, las fusilaron a todas en el cementerio del Este de Madrid. Días más tarde, una religiosa adoratriz consiguió ver en la Dirección General de Seguridad las fotografías de todos los fusilados el día 10, entre las que se encontraban las de toda la comunidad. El encargado del cementerio le hizo entrega de algunos objetos, entre los que se hallaba una caja de reloj vacía que llevaba la madre Rosaura. La explicación más razonable sería pensar que esta religiosa llevó el Santísimo reservado, y que luego comulgarían todas como viático inmediato de su fusilamiento. Éstas fueron las diecisiete religiosas adoratrices asesinadas en la misma circunstancia en Madrid el 10 de noviembre de 1936.
RELGIOSAS MERCEDARIAS MÁRTIRES Beatificadas por Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007 en Roma: Adoratrices detenidas por milicianos
) Madre Manuela del Sagrado Corazón (Manuela Arriola Uranga)2) Hna. Blasa de María (Juana Francisca Pérez Labeaga)3) Hna. Lucila María (Lucía González García)4) Hna. Casta de Jesús (Teresa Vives Missé)5) Hna. Rosaura de María (Rosa López Brochier)6) Hna. Luisa de la Eucaristía (Luisa Pérez Adriá)7) Hna. María de la Presentación (María García Ferreiro)8) Hna. María de los Dolores de Jesús Crucificado (Mª Dolores Monzón Rosales)9) Hna. Borja de Jesús (Zenona Aranzábal Barrutia)10) Hna. Máxima de San José (Emilia Echevarria Fernández)11) Hna. Sulpicia del Buen Pastor (Dionisia Rodríguez Anta)12) Hna. María de los Dolores de la Stma. Trinidad (Mª Dolores Hernández Santorcuato)13) Hna. María Prima de Jesús (María Prima Ipiña Mazárraga)14) Hna. Belarmina de Jesús (Belarmina Pérez Martínez)15) Hna. Sinforosa de la Sagrada Familia (Sinforosa Díaz Fernández)16) Hna. Purificación de María (Purificación Martínez Vera)17) Hna. Josefa de Jesús (Josefa Boix Riera)18) Sor Ángeles (Mercedes Tuñi Ustech)19) Sor Ruperta (Concepción Vázquez Áreas)20) Sor Herlinda (Áurea GonzálezFernández)21) Sor Cecilia (Concepción Iglesias del Campo)22) Sor Felipa Gutiérrez Garay 23) Sor Magdalena Pérez.
CASA GENERAL DE LAS ADORATRICES
En julio de 1936 milicianos republicanos ametrallaron la Casa General de las Adoratrices en la calle Princesa, así que las residentes se vieron obligadas a abandonarla y buscar refugio con familiares y amigos. Sin embargo, no todas las Hermanas pudieron hacer eso, bien debido a su estado de postración o por ausencia de parientes.Para alojarlas, la Superiora General, Rvda. Madre Diosdada Andía, alquiló, aproximadamente a primeros de agosto de 1936, el cuarto piso del nº 15 de la calle Costanilla de los Ángeles en el centro de Madrid, y las puso bajo el cargo directo de la secretaria general de la Congregación, Rvda. Madre Manuela Arriola Uranga.
CASA DE GUADALAJARA.
Como pasaban los meses sin que nada ocurriera, Hermanas de Guadalajara, Alcalá y Almería, que estaban en la misma situación de peligro, optaron por refugiarse allí. Estaban también con ellas la Rvda. Madre María Dolores, Hernández San Torcuato y la Hna. Borja Aranzábal de Barrutia, quienes libremente renunciaron al refugio ofrecido por sus parientes para estar al servicio y en fraternidad con sus Hermanas. La misma Madre Manuela podría haber sido salvada de la matanza pero rehusó abandonar a las otras Religiosas: “Si muriese como mártir, ¿no sería mi deber?”.
En ese momento 23 Adoratrices residen en ese piso. Entre las Religiosas profesas había seis Hijas de Casa, antiguas protegidas de las Hermanas quienes se habían distinguido por sus cualidades personales y que después de haber completado un periodo de prueba fueron recibidas en la Congregación como rama auxiliar de Adoratrices.
CASTANILLA DE LOS ÁNGELES.
Las condiciones de vida en Costanilla de los Ángeles eran muy austeras. Debido a la carencia de muebles usaban cajas de madera como sillas y mesas que apenas podían utilizar debido a sus escasas provisiones. No obstante, las Adoratrices perseveraban en la observancia de vida en común, especialmente la perpetua adoración de la Eucaristía.
En ausencia de una Custodia, las especies sacramentales eran guardadas dentro de una cajita de madera que había sido de un reloj y, que, a su vez, era escondida en un hueco de la chimenea que cubrían con una loseta de mármol. En momentos de emergencia, ya fueran los periódicos ataques aéreos o los frecuentes registros realizados por miembros de la milicia popular, la Hna. Rosaura López Brochier cogía la cajita y la guardaba en su pecho, pues no siendo ella la Superiora, en caso de controles resultaba menos sospechosa. Es por esto que entre los objetos que llevaba encima al ser fusilada aparece, como relata su ficha, “una cajita de reloj vacía”, porque poco antes de morir había ido dando, con disimulo, la comunión a las Hermanas.
Era de dominio público entre los vecinos que esas mujeres del cuarto piso eran Religiosas. Conscientes de esto, miembros del Frente Popular vigilaban regularmente esa residencia, aparentemente, tratando de incriminarlas por cualquier cosa que les permitiera encerrarlas en alguna de las numerosas “checas” que existían en la capital de España y así poder acusarlas de enemigas del pueblo.
“Ojalá fuéramos dignas del martirio”.
En aquellos terribles días Madre Manuela animaba a su comunidad diciéndoles: “Hermanas no se preocupen, esto será motivo de felicidad para nosotras. Con la confianza puesta en Dios, seguiremos adelante”, o “Señor confío que no nos darás más de lo que podamos sufrir”. “Ojalá fuéramos dignas del martirio”.
Otras dos Hermanas se distinguieron durante este periodo. la Hna. Francisca Pérez de Labeaga García, totalmente sorda, pero que se hizo querer por las Hermanas por su paciencia y resignación; y la Hna. Lucila González García, la más anciana de todas las residentes, quien sufrió un ataque al corazón cuando fue sacada de la comunidad de Costanilla, que decía haber pasado largos momentos de oración ante la Eucaristía, ofreciéndose a sí misma como “una víctima para la conversión de los pecadores”.
MADRID BOMBARDEADO
Madrid fue frecuentemente bombardeado por las fuerzas del general Franco durante la Guerra Civil. En tales ocasiones las Hermanas bajaban al portal del edificio para refugiarse. El 9 de noviembre de 1936, alrededor de las 17:30 h, una fuerte explosión sacudió la calle de Preciados, próxima a Costanilla. Las Hermanas descienden, dejando a la Hna. Lucila porque en ese momento estaba muy enferma, hasta que cesa el bombardeo. Enterado un miliciano de la reunión en el vestíbulo, aparece poco después en el piso con actitud agresiva. Iba acompañado por un grupo de milicianos republicanos con el fin de detenerlas. Gritan: «¿Dónde están las monjas?». La Madre Manuela, sin titubear, responde: «Aquí estamos». Las detienen inmediatamente a todas, incluso a a la Hna. Lucila, a la que tienen que bajar en una silla y las conducen a la terrible checa de Fomento que estaba bajo la jurisdicción de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
Fueron asesinadas cerca del cementerio de la Almudena de Madrid
De lo que allí sufrieron no tenemos información. Lo relatado anteriormente procede del testimonio de la Hna. Ana Duarte, miembro también de la Congregación, quien al servir de nexo de unión entre la casa de Costanilla y el refugio de la Madre Diosdada Andía, Superiora General, no fue detenida por no encontrarse allí en ese momento y quien, ante los hechos, adquirió el compromiso de ponerlos de manifiesto.Añade la Hna. Ana que, después de recoger las manifestaciones de los vecinos sobre su captura, las buscaron incansablemente por embajadas, refugios, cárceles… caminaban incansablemente entre escombros en medio de tiroteos, humillaciones, burlas y amenazas. Por fin una señora les informó de que en la Dirección General de Seguridad había muchas fotos de mujeres asesinadas. Entre esas fotografías estaban los rostros martirizados de sus Hermanas Adoratrices. Fueron asesinadas cerca del cementerio de la Almudena de Madrid (entonces del Este) y sus cuerpos reposan en ese cementerio, en el de Vicálvaro y en el Valle de los Caídos.
OTRAS ADORATRICES ASESINADAS.
Otras Adoratrices mártires:Hna. Felisa González Gómez.Hna. María del Pilar de la Eucaristía (Brissa Gurmendi): novicia, fusilada el 10 de noviembre de 1936 en el cementerio del Este de Madrid.Hna. Felisa María de San Julián (González Gómez): Al estallar la Guerra, la Hna. Felisa, procedente de la casa de Guadalajara, fue a Madrid el 30 de agosto con el fin de reunirse con su familia. Hizo el viaje en tren, con la Hna. Petronila Hornedo, y en la misma estación de Madrid fueron detenidas junto al Sr. Hornedo que las esperaba. Desaparecieron los tres, conociéndose al día siguiente, que habían sido fusilados al encontrarse sus cadáveres en un descampado. Hna. Petronila del Sagrado Corazón (Hornedo Huidobro).Hna. María Rosario (María del Carmen Marcos Alcocer): de 74 años e inválida. Los milicianos republicanos se la llevaron argumentando que la iban a trasladar a un hospital. Nunca más se volvió a saber de ella.
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